jueves, 22 de octubre de 2015

Santa Teresa de Jesús.





Autor anónimo. S. XVI. Óleo. Papel S/ tabla. 36 x 24. Real Academia de la Lengua. Madrid.

- En el reverso de este cuadro se lee la siguiente inscripción:

"Santa Teresa. Reproduccion del retrato autentico"

"Este retrato original de la Serafica y Mistica Dra. Sta. Teresa de Jesus era del Mtro. y Rdo. Don Frai Martin de Leon y Cardenas, Mraq. de Palencia y Birrei de Sicilia, qui en lodio asu sobrino D. Juan de Ahumada y Cardenas siendo capitan de su guardia . Año de 1643, y su nieto don Juan de Ventura de Ahumada lepuso marco y vidrio porque sus hijos letenian con la devida bendicion. Año de 1740."

martes, 13 de octubre de 2015

Mukasa Kiriwawanvu. Grex immolatorum tener, tierna grey de los inmolados

Mártires ugandeses de la pureza 1886

                                 Carlos Lwanga (en el centro) y sus 21 compañeros en una pintura de Albert Wider (1962).



San Carlos Lwanga o Luanga, también conocido como Carl Lwanga, Charles Lwanga o Karoli Lwanga (1860 ó 18651 2 - 3 de junio de 1886) fue un catequista católico de Uganda mártir por su fe y venerado como santo en la Iglesia católica. Había nacido en el reino de Buganda, en la parte sur de la moderna Uganda, y sirvió como paje en la corte del rey Mwanga II.El rey Mwanga comenzó una severa campaña para que los cristianos, recién convertidos por los Padres Blancos, abandonaran su fe, y ejecutó a muchos anglicanos y católicos entre 1885 y 1887. Muchos de ellos eran funcionarios de la corte del rey o muy cercanos a él, como es el caso de Lwanga.Después de una masacre de anglicanos perpretada en 1885, Joseph Mukasa, sacerdote católico residente en la corte, reprochó al rey su acción. Mwanga decapitó a Mukasa y se detuvo a todos sus seguidores. Lwanga asumió las funciones de Mukasa, bautizando en secreto a los catecúmenos el 26 de mayo de 1886.Por esa acción, Carlos Lwanga y otros 11 católicos fueron quemados vivos el 3 de junio. Otro católico, Mbaga Tuzinde, fue golpeado hasta la muerte por negarse a renunciar al cristianismo, y su cuerpo fue arrojado al horno para ser quemado junto con Lwanga y sus 11 compañeros. Al parecer, una de las razones que exasperaron al rey contra los cristianos fue su negativa a participar en actos sexuales con el, habituales en la corte.Carlos Lwanga y sus 21 compañeros fueron canonizados en 1964 por el papa Pablo VI.


Nota impresionante constituye la presencia en el grupo de Mukasa Kiriwawanvu. Formaba parte del grupo de los pajes de la corte, pero aún no estaba bautizado. Cuando sus compañeros salían hacia el lugar del suplicio, uno de los verdugos le preguntó si era cristiano. El contestó que sí y se unió a los condenados. Y así, sin haber recibido el bautismo de agua, sino únicamente el de sangre, ascendió a los altares.


Mukasa Kiriwawanvu, el único de los veintidós mártires canonizados que murió sin el bautismo de agua. Recientemente convertido en un catecúmeno regular y había estado ausente en la cárcel cuando Carlos Lwanga bautizó al otros catecúmenos. Un testigo sugiere que una dificultad práctica le impidió ser bautizado durante el viaje a Namugongo, o durante el encarcelamiento de la semana; a saber, que aunque era la suerte de haber tenido un compañero católico en su prisión, este último habría sido incapaz de dar el sacramento con las manos cerradas en el cepo. Ciertamente, no hay registro de este catecúmeno haber recibido el sacramento. Mukasa fue trasladado en acciones con los demás cristianos y quemado vivo en el horno Namugongo el 03 de junio 1886.

lunes, 5 de octubre de 2015

Incipe, parve puer, risu cognoscere matrem

       
                 
     Incipe, parve puer, risu cognoscere matrem                                                               
                                                                                       Publius Vergilius Maro, 70-19 a.C.

                             
                     Que será de aquel que no conozca la sonrisa de su madre? 
                                                      

viernes, 2 de octubre de 2015

O Marie conçue sans péché, priez pour nous qui avons recours à vous

                                                                                  titre 2
   
                                                                         140 rue du Bac
                                                                           75340 Paris Cedex 07
     

                                                


La medalla

médaille miraculeuseEn esta capilla escogida por Dios, la Virgen María en persona ha venido a revelar su identidad por medio de un objeto pequeño, una medalla, destinada a todos sin distinción!La identidad de María era tema de controversias entre teólogos desde los primeros tiempos de la Iglesia. En 431, el Concilio de Efeso había proclamado el primer dogma mariano: María es madre de Dios. Desde 1830, la invocación
« Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti »
que se levanta hacia el cielo, mil y mil veces repetida por miles de almas cristianas en todo el mundo a petición de la Madre de Dios, va a producir su efecto.
El 8 de diciembre de 1854, Pío IX proclama el dogma de la Inmaculada Concepción: por una gracia especial que ya le venía de la muerte de su Hijo, María fue concebida sin pecado.
Cuatro años más tarde, en 1858, las apariciones de Lourdes van a confirmar a Bernadette Soubirous el privilegio de la madre de Dios.
Corazón Inmaculado, María fue la primera rescatada por los méritos de Jesucristo. Es luz para nuestra tierra. Todos estamos destinados, como ella, a la felicidad eterna.
Una medalla milagrosa..¿por qué?…¿luminosa, cómo?…¿y dolorosa?
milagrosa…Unos meses después de las apariciones, sor Catalina es destinada al hospicio de Enghien, en el distrito 12 de París, para cuidar a los ancianos. Se pone al trabajo. Pero la voz interior insiste: hay que hacer que se acuñe la medalla. De eso Catalina vuelve a hablar a su confesor, el Padre Aladel.
En febrero de 1832, hay en París una terrible epidemia de cólera, que va a hacer más de 20.000 muertos. Las Hijas de la Caridad empiezan a distribuir, en junio, las 2.000 primeras medallas acuñadas a petición del padre Aladel.
Son numerosas las curaciones, lo mismo que las protecciones y conversiones. Es un maremoto. El pueblo de París califica la medalla de « milagrosa ».
En el otoño de 1834 ya hay más de 500.000 medallas, y en 1835 más de un millón en todo el mundo. En 1839, se ha propagado la medalla hasta alcanzar más de diez millones de ejemplares. A la muerte de sor Catalina, en 1876, se cuentan más de mil millones de medallas.

y luminosa…
Las palabras y los símbolos grabados en el anverso de la medalla expresan un mensaje con tres aspectos estrechamente ligados entre sí.
« Oh María sin pecado concebida,  ruega por nosotros que recurrimos a ti ».
La identidad de María se nos revela aquí explícitamente: la Virgen María es inmaculada desde su concepción. De este privilegio que ya le viene de los méritos de la Pasión de su Hijo Jesucristo, emana su inmenso poder de intercesión que ejerce para quienes le dirigen sus plegarias. Por eso la Virgen María invita a todos las personas a acudir a ella en cualquier trance. Sus pies en medio de un globo aplastan la cabeza de una serpiente.
Este globo representa a la tierra, el mundo. Entre judíos y cristianos, la serpiente personifica a Satanás y las fuerzas del mal.
La Virgen María toma parte en el combate espiritual, el combate contra el mal, cuyo campo de batalla es nuestro mundo. Nos invita a entrar nosotros también en la lógica de Dios que no es la lógica del mundo. La gracia auténtica de conversión es lo que ha de pedir el cristiano a María para transmitirla al mundo.
Sus manos están abiertas y sus dedos adornados con anillos que llevan piedras preciosas de las que salen rayos que caen esparciéndose por toda la tierra.
El resplandor de estos rayos, lo mismo que la hermosura y la luminosidad de la aparición descritas por Catalina, requieren, justifican y alientan nuestra confianza en la fidelidad de María (los anillos) para con su Criador y para con sus hijos; en la eficacia de su intervención (los rayos de gracia que caen en la tierra) y en la victoria final (la luz), ya que ella misma, primera discípula, es la primera salvada.

jueves, 17 de septiembre de 2015

“Sus pecados, sus muchos pecados están perdonados”

                                                             
Rubens 1618


Cuando ella [una mujer de la ciudad] ha visto que las palabras de Cristo se propagaban por todas partes como los aromas, la pecadora…se ha puesto a detestar la pestilencia de sus actos…: “No he tenido en cuenta la misericordia con la que Cristo me envuelve, buscándome cuando yo me extraviaba por mi culpa. Porque es a mi a quien busca por todas partes; es por mí que come en casa del fariseo, él que alimenta al mundo entero. Él hace de la mesa un altar del sacrificio en el que él mismo se ofrece devolviendo la deuda a sus deudores para que éstos se acerquen con confianza diciendo: ‘Señor, líbrame del abismo de mis obras.’”

    Ávidamente, corre hacia él, desdeñando las migajas, ha cogido el pan; más hambrienta que la Cananea (Mc 7,24s), ha saciado su alma vacía porque su fe era tan grande como su hambre. No es su llamada que la ha rescatado sino su silencio, porque en un sollozo ha dicho: “Señor, líbrame del abismo de mis obras”…

    Ella se ha apresurado a ir a la casa del fariseo, precipitándose en la penitencia. “¡Vamos, alma mía, dice, este es el tiempo que pedías! El que purifica está aquí, ¿por qué quedarte en el abismo de tus obras? Me voy a él  porque es por mí que ha venido. Dejo mis viejos amigos porque el que ahora está aquí lo deseo apasionadamente; y puesto que él me ama, son para él mi perfume y mis lágrimas… El deseo del deseado me transfigura y yo amo a aquel que me ama como él quiere ser amado. Me arrepiento y me prosterno, es eso lo que él espera; busco el silencio y el retiro, es lo que a él le place. Rompo con el pasado; renuncio al abismo de mis obras.

    “Así pues, iré a él para ser iluminada, como dice la Escritura, me acercaré a Cristo y no quedaré avergonzada (Sl 33,6; 1P 2,6). Nada me va a reprochar; no me dirá: ‘Hasta este momento tú estabas en tinieblas y has venido a verme a mi, que soy el sol.’ Por eso tomaré el perfume y haré de la casa del fariseo un baptisterio donde lavaré mis faltas y me purificaré de mi pecado. Con lágrimas de aceite y de perfume, llenaré la pila bautismal en la que me lavaré, en la que me purificaré, y escaparé del abismo de mis obras.”

                                                                   San Romano el Melódico (?-c. 560),  Himno 21

viernes, 21 de agosto de 2015

AVE MUNDA DOMINA. En la octava de la Asunción, María Reina.




Ave Mater qua natus est orbis Pater, o María.
Nato nata, semper grata, illibáta, o María.
Ave mundi dómina, Evae solvens crimina, o María.
Ave sidus régium, gignens Dei Filium, o María.
Ave caeli régia, plena Dei grátia, o María.
Ave porta caelica, tibi laus angélica, o María.
Ave Dei thálamus, myrrha, thus et bálsamus, o María.
Ave sponsa sóphiae, nos refórmans grátiae, o María.
Ave fons justítiae, orígo mundítiae, cella pudicitiae, o María.
Ave virgo vírginum, mediátrix hóminum, munda culpas criminum, o María.
Ave puérpera, lapsos de vípera reduc ad aéthera, o María.
Candens flos lilii, loca nos ad pii déxteram Filii, o María.

viernes, 14 de agosto de 2015

LA ASUNCIÓN: LA MADRE Y EL HIJO, SEPARADOS, SE REENCUENTRAN




SAN GERMAN DE CONSTANTINOPLA NOS PROCLAMA ESTA HOMILIA.


LA ASUNCIÓN: LA MADRE Y EL HIJO, SEPARADOS, SE REENCUENTRAN

Un hijo bienamado desea la presencia de su madre, y la madre, a su vez, aspira a vivir con su hijo. Por eso, era justo que Vos subieseis con vuestro hijo, Vos, cuyo corazón quemaba de amor por Dios, el fruto de vuestras entrañas; era justo también que Dios, en el afecto completamente filial que tenía por su Madre, la llamase cerca de El, para que Ella viviese allí en su intimidad. Así, pues, muerta a las cosas caducas, Vos habéis emigrado hacia los tabernáculos eternos donde Dios tiene su morada, y además, oh Madre de Dios, Vos no abandonaréis ya su dulcísima compañía. Vos habéis sido la casa de carne donde El ha reposado; El os ha atraído hacia sí, libre de toda corrupción; queriendo, si puedo expresarme así, teneros junto a su boca y a su corazón. He aquí por qué todo lo que le pedís para vuestros desdichados hijos, El os lo concede y pone su virtud divina al servicio de vuestras súplicas.
  
ORACIONES A MARÍA

¿Cómo la muerte habría podido reduciros a polvo y ceniza a Vos, que por la encarnación de vuestro Hijo habéis librado al hombre de la corrupción y de la muerte? Vos habéis abandonado la tierra a fin de confirmar la misteriosa realidad de la encarnación. Viéndoos emigrar de esta estancia pasajera, y sometida a las leyes fijadas por Dios y la naturaleza, uno es conducido a creer que el Dios que Vos habéis dado a luz es hombre perfecto, Hijo verdadero de una Madre verdadera, y poseyó un cuerpo como el nuestro. Vuestro Hijo, también El, ha gustado una muerte semejante para la salvación del género humano. Pero El ha rodeado de la gloria su sepulcro vivíficante y la tumba, receptáculo de vida, de vuestro sueño. Vuestros dos cuerpos han sido amortajados, pero no han conocido la corrupción.
Oh Vos completamente casta, totalmente buena y llena de misericordia, Soberana, consuelo de los cristianos, el más seguro refugio de los pecadores, el más ardiente alivio de los afligidos, no nos dejéis como huérfanos privados de vuestro socorro. Si somos abandonados por Vos, ¿dónde nos refugiaremos? ¿Qué nos sucedería, oh santísima Madre de Dios? Vos sois el espíritu y la vida de los cristianos. Así como la respiración aporta la prueba de que nuestro cuerpo posee todavía su energía viviente, así vuestro santísimo nombre incansablemente pronunciado por la boca de vuestros servidores, en todo tiempo y lugar y de toda manera, es más que la prueba, es la causa de la vida, de la alegría, del socorro para nosotros. Protegednos bajo las alas de vuestra bondad. Sed nuestro socorro por vuestras intervenciones. Concedednos la vida eterna, Vos que sois la esperanza incomparable de los cristianos Pues nosotros somos pobres en las obras y en los modos de actuar de Dios; y al contemplar las riquezas de la misericordia que Vos nos mostráis, podemos decir: «La tierra está llena de la piedad del Señor. Nosotros estábamos alejados de Dios por la multitud de nuestros pecados; pero, gracias a Vos, nosotros hemos buscado a Dios y le hemos encontrado; y por haberle encontrado hemos sido salvados. Poderoso es vuestro socorro para nuestra salvación, Madre de Dios; no se tiene necesidad de otro mediador cerca de Dios.»
¿Quién, después de vuestro Hijo, se interesa como Vos por el género humano? ¿Quién nos defiende sin cesar en nuestras tribulaciones? ¿Quién nos libra tan rápidamente de las tentaciones que nos asaltan? ¿Quién se puede ocupar más en pedir en favor de los pecadores? ¿Quién toma su defensa para excusarlos en los casos desesperados? En virtud de la cercanía y del poder que vuestra maternidad os ha conseguido de Vuestro Hijo, aunque seamos condenados por nuestros crímenes y no osemos ya mirar hacia las alturas del cielo, Vos nos salváis, por vuestras súplicas e intercesiones, de los suplicios eternos. También el afligido se refugia cerca de Vos. El que ha sufrido la injusticia acude a Vos. El que está lleno de males invoca vuestra asistencia. Todo lo que es vuestro, Madre de Dios, es maravilloso, todo es más grande, todo sobrepasa nuestra razón y nuestro poder. También vuestra protección está por encima del pensamiento.
  
EXPERIENCIA DE LA MATERNIDAD ESPIRITUAL DE MARÍA

Es verdad, esta divina Madre ya no está corporalmente con nosotros; pero no está rota toda relación entre Ella y los exiliados de la tierra. Sí, Virgen Santísima, Vos vivís espiritualmente entre nosotros; y la incesante y gran protección con que nos rodeáis es la prueba de esta comunidad de vida. Todos nosotros seguimos vuestra voz; y todas nuestras voces llegan hasta vuestras oídos Vos nos conocéis para protegernos, y. nosotros, por nuestra parte, os reconocemos en los socorros que nos vienen de vuestra mano. No, la muerte no ha interrumpido las relaciones entre Vos y vuestros servidores. Aquellos de los que Vos habéis sido la salvación, no los habéis abandonado, pues vuestra alma está siempre viva, y vuestra carne no ha sufrido la corrupción del sepulcro. Vos veláis sobre cada uno de nosotros, oh Madre de Dios; nadie escapa a vuestras miradas compasivas. Nuestros ojos, es cierto, están impedidos de veros, oh Virgen Santísima; pero Vos no dejáis de vivir en medio de nosotros, manifestándoos de diferentes formas a los que juzgáis dignos.... y, sin embargo, vuestro Hijo os ha llamado libre de toda corrupción a su eterno descanso.

PENSAMIENTOS DIVERSOS

Lejos de Vos el pecado, oh Theotokos, pues Vos sois una criatura nueva y la Reina de los que, sacados de un barro fangoso, están sometidos a la corrupción.
Yo lo sé, Vos tenéis, en vuestra calidad de Madre del Altísimo, un poder igual a vuestro querer. Por eso mi confianza en Vos no tiene límites.
Nadie ha sido colmado del conocimiento de Dios más que por Vos, oh Santísima; nadie ha sido salvado más que por Vos, oh Madre de Dios; nadie escapa a la servidumbre más que por Vos, que habéis merecido llevar a Dios en vuestras entrañas virginales..., gracias a vuestra autoridad maternal sobre Dios mismo, Vos obtenéis misericordia para los criminales más desesperados. Vos no podéis ser desatendida, pues Dios condesciende en todo y por todo a la voluntad de su verdadera Madre.
No hay nadie, oh Santísima, que se haya salvado si no es por Vos. Nadie, oh Inmaculada, se ha librado del mal si no es por Vos. Nadie, oh Purísima, recibe los dones divinos si no es por Vos. A nadie, oh Soberana, la bondad divina concede sus gracias si no es por Vos.


lunes, 25 de mayo de 2015

Oraciones de San Cirilo de Alejandría a la Virgen.

    

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

Encomio a la Santa Madre de Dios


Dios te salve, María, Madre de Dios,
tesoro veneradísimo de todo el orbe,
antorcha inextinguible, corona de virginidad,
cetro de recta doctrina,
templo indestructible,
habitación de Aquél que es inabarcable,
Virgen y Madre, por quien nos ha sido dado
Aquél que es llamado bendito por excelencia,
y que ha venido en nombre del Padre.

Salve a ti, que en tu santo y
virginal seno has encerrado
al Inmenso e Incomprehensible.

Por quien la Santísima Trinidad es
adorada y glorificada,
y la preciosa Cruz se venera y
festeja en toda la tierra.
Por quien exulta el Cielo,
se alegran los ángeles y
arcángeles, huyen los demonios.
Por quien el tentador fue arrojado del Cielo y
la criatura caída es llevada al Paraíso.
Por quien todos los hombres, aprisionados por el engaño de los
ídolos, llegan al conocimiento de la verdad.
Por quien el santo Bautismo es regalado a los creyentes,
se obtiene el óleo de la alegría, es fundada la Iglesia en todo el mundo,
y las gentes son movidas a penitencia.

¿Y qué más puedo decir?

Por quien el Unigénito Hijo de Dios brilló como Luz
sobre los que yacían en las tinieblas y sombras de la muerte.
Por quien los Profetas preanunciaron las cosas futuras.
Por quien los Apóstoles predicaron la salvación a los gentiles.
Por quien los muertos resucitan y los reyes reinan, por la Santísima Trinidad.

¿Quién de entre los hombres será capaz de alabar como semerece a María, que es digna de toda alabanza? Es Virgen
Madre, ¡oh cosa maravillosa! Este milagro me llena de estupor.

¿Quién ha oído decir que al constructor de un templo se le prohíba habitar en él?
¿Quién podrá ser tachado de ignominia
por el hecho de que tome a su propia Esclava por Madre?
Así, pues, todo el mundo se alegra (...);

También nosotros hemos de adorar y respetar la unión del Verbo con la carne,
temer y dar culto a la Santa Trinidad, celebrar con nuestros
himnos a María, siempre Virgen, templo santo de Dios, y a su
Hijo, el Esposo de la Iglesia, Jesucristo Nuestro Señor.
A Él sea la gloria por los siglos de los siglos.

Amén.






También San Cirilo de Alejandría nos ha dejado esta preciosa oración a Santa María agradeciéndole la eucaristía…




“¡Oh Santísima Señora, Theotokos, luz de mi pobre alma, mi esperanza,

mi protección, mi refugio, mi consuelo, y mi alegría!

Te agradezco por haberme permitido participar

del purísimo cuerpo y de la purísima sangre de tu Hijo.



Ilumina los ojos de mi corazón, O Bendita Virgen

que llevaste la fuente de la inmortalidad.

O tiernísima y amorosa Madre del Dios misericordioso; ten misericordia de mi

y concédeme un corazón arrepentido y contrito con humildad de mente.



Guarda mis pensamientos de que se pierdan en toda clase de distracciones,

y hazme siempre digno, hasta mi último aliento,

de recibir los purísimos misterios de Cristo para la sanación

de mi alma y cuerpo.



Dame lágrimas de arrepentimiento y de agradecimiento

para que yo pueda cantarte

y alabarte todos los días de mi vida,

porque tú eres siempre bendita y alabada. Amén.”



(SAN CIRILO DE ALEJANDRÍA, Oración de agradecimiento a la Virgen María)

Oración a la Virgen de Anfiloquio de iconio.

Virgen





Cantémosla, pues, santamente, disponiéndonos con alegría a celebrar, glorificar y engrandecer estos sacramentos incomprensibles e inefables y, empezando por la salutación celeste del ángel San Gabriel, digamos: Ave gratia plena, Dominus tecum.

Repitamos esta síntesis del ángel, diciendo:

Salve, alegría suspirada de los hombres;

salve, gloria de la Iglesia;

salve, hermoso rostro resplandeciente por divinos fulgores;

salve, venerabilísimo monumento;

salve, saludable y espiritual vellocino de oro;

salve, vestida de luz, madre del Sol sin ocaso;

salve, madre incorrupta de santidad;

salve, resplandeciente fuente de aguas vivas;

salve, sí, nueva madre, prodigio de un nuevo nacimiento;

salve, libro nuevo de Isaías, lleno de nuevas revelaciones;
fieles testigos tuyos son los ángeles y los hombres.

Dios te salve, alabastro de ungüento de santificación;

Dios te salve, oh Virgen, que compraste a buen precio el denario de la virginidad;

salve, imagen que encierras a tu propio artífice;

Dios te salve, Virgen, que con tu humanidad enamoraste a Dios y
estrechaste en tu seno al que los cielos inmensos no pueden contener.


(ANFILOQUIO DE ICONIO, Sermón de Navidad, Huber, 401-402)

La mirada de un sacerdote. Carta de San Francisco de Asis.



A fray N., ministro: El Señor te bendiga (cf. Núm 6,24). 2Acerca del caso de tu alma, te digo, como puedo, que todo aquello que te impide amar al Señor Dios, y quienquiera que sea para ti un impedimento, trátese de frailes o de otros, aun cuando te azotaran, debes tenerlo todo por gracia. 3Y así lo quieras y no otra cosa. 4Y tenlo esto por verdadera obediencia al Señor Dios y mí, porque sé firmemente que ésta es verdadera obediencia. 5Y ama a aquellos que te hacen esto. 6Y no quieras de ellos otra cosa, sino cuanto el Señor te dé. 7Y ámalos en esto; y no quieras que sean mejores cristianos. 8Y que esto sea para ti más que el eremitorio. 9Y en esto quiero conocer si tú amas al Señor y a mí, siervo suyo y tuyo, si hicieras esto, a saber, que no haya hermano alguno en el mundo que haya pecado todo cuanto haya podido pecar, que, después que haya visto tus ojos, no se marche jamás sin tu misericordia, si pide misericordia. 10Y si él no pidiera misericordia, que tú le preguntes si quiere misericordia. 11Y si mil veces pecara después delante de tus ojos, ámalo más que a mí para esto, para que lo atraigas al Señor; y ten siempre misericordia de tales hermanos. 12Y, cuando puedas, haz saber a los guardianes que, por tu parte, estás resuelto a obrar así.

Stella maris, succurre cadenti, surgere qui curat, populo




Alma Redemptoris Mater, quæ pervia cæli
Porta manes, et stella maris, succurre cadenti,
Surgere qui curat, populo: tu quæ genuisti,
Natura mirante, tuum sanctum Genitorem
Virgo prius ac posterius, Gabrielis ab ore
Sumens illud Ave, peccatorum miserere.

  "Al hombre contemporáneo, frecuentemente atormentado entre la angustia y la esperanza, postrado por la sensación de su limitación y asaltado por aspiraciones sin confín, turbado en el ánimo y dividido en el corazón, la mente suspendida por el enigma de la muerte, oprimido por la soledad mientras tiende hacia la comunión, presa de sentimientos de náusea y hastío, la Virgen, contemplada en su vicisitud evangélica y en la realidad ya conseguida en la Ciudad de Dios, ofrece una visión serena y una palabra tranquilizadora: la victoria de la esperanza sobre la angustia, de la comunión sobre la soledad, de la paz sobre la turbación, de la alegría y de la belleza sobre el tedio y la náusea, de las perspectivas eternas sobre las temporales, de la vida sobre la muerte". (57).

                
                                                                              Beato Pablo VI. Marialis Cultus.