En 1983 fue proclamada Beata, año en el cual se celebró el Jubileo de la redención. He aquí las palabras pronunciadas por Juan Pablo II: “El amor de la hermana María de Jesús Crucificado era fuerte como la muerte. Las más duras pruebas no pudieron apagar este amor. Más bien lo purificaron y fortalecieron. Ella lo ha dado todo por este amor.” Y el Pontífice hacía notar que la nueva beata pertenecía a los tres pueblos de Oriente, que todavía se baten en guerra en la Tierra de Jesús, y que por ende necesitan tanto la paz.
En Abellin, hoy la veneran los cristianos y los musulmanes, para todos, ella es la “Kedise”, la Santa; y muchos devotos recuentan, a la antigua manera bíblica, los milagros obtenidos por ella.
También para los occidentales Mariam tiene mucho que decir.
Julien Green nos ha dejado en su Diario esta significativa nota: “ En una obra que me han prestado he leído la historia de una joven Palestina que siente compasión fino al dolor por los pajaritos que ella sin querer había matado, metiéndoles en el agua para bañarlos. Es cristiana. Siente una Voz que le dice: “Todo pasa así. Quieres que me quede contigo para siempre? Quieres darme tu corazón?” Esta voz, la condujo al Carmelo.
Cuantos de nosotros hemos oído esta voz y no la hemos escuchado: hay para colmar de tristeza una vida entera. Leo con avidez la historia de esta predestinada” (Diario 1928 -1958, Pág. 1074-75)
Canonizada el 17 de mayo de 2015.