martes, 22 de noviembre de 2016

Beato Marie-Eugène del Niño Jesús (1894-1967)




Beatificado en Aviñón el padre María Eugenio del Niño Jesús, maestro carmelita para muchos laicos.

Entre este instituto y sus funciones entre los carmelitas descalzos, preparó su texto más influyente: Quiero ver a Dios (1948-1951).

viernes, 4 de noviembre de 2016

San Carlos Borromeo.





JUAN PABLO II
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 4 de noviembre de 1981

El encuentro pastoral del Papa con los fieles se desarrolló en dos tiempos sucesivos. El primero, en la basílica de San Pedro, donde se hallaban congregados todos los peregrinos de lengua alemana.  El segundo tiempo de la audiencia tuvo lugar en la Sala "Pablo VI",

Sala Pablo VI
1. Hoy, 4 de noviembre, la Iglesia recuerda, como todos los años, la figura de San Carlos Borromeo, obispo y confesor. Puesto que he recibido en el bautismo precisamente el nombre de este Santo, deseo dedicarle la reflexión de la audiencia general de hoy, haciendo referencia a todas las precedentes reflexiones del mes de octubre. En ellas he tratado —tras unos meses de intervalo, a causa de la estancia en el hospital— de compartir con vosotros, queridos hermanos y hermanas, los pensamientos que nacieron en mí bajo el influjo del evento del 13 de mayo. La reflexión de hoy se inserta también en esta trama principal. A todos aquellos que en el día de mi Santo Patrono se unen a mí en la oración, deseo repetir una vez más las palabras de la Carta a los Efesios, que ya cité el miércoles pasado: Orad "por todos los santos, y por mí, a fin de que cuando hable me sean dadas palabras con que dar a conocer con libertad el misterio del Evangelio, del que soy embajador..." (Ef 6, 18-20).
2. San Carlos es precisamente uno de esos Santos, a quien le fue dada la palabra "para dar a conocer el Evangelio", del cual era "embajador", habiendo heredado su misión de los Apóstoles. El realizó esta misión de modo heroico con la entrega total de sus fuerzas. La Iglesia le miraba y, al mirarle, se edificaba: en una primera época, en el período del Concilio Tridentino, en cuyos trabajos participó activamente desde Roma, soportando el peso de una correspondencia nutrida, colaborando para llevar a feliz éxito la fatiga colegial de los padres conciliares, según las necesidades del Pueblo de Dios de entonces. Y se trataba de necesidades apremiantes. Luego, el mismo cardenal, como arzobispo de Milán, sucesor de San Ambrosio, se convierte en el incansable realizadorde las resoluciones del Concilio. traduciéndolas a la práctica mediante diversos Sínodos diocesanos.
La Iglesia —y no sólo la de Milán— le debe una radical renovación del clero, a la cual contribuyó la institución de los seminarios, cuyo origen se remonta precisamente al Concilio de Trento. Y otras muchas obras, entre las cuales la institución de las cofradías, de las pías asociaciones, de los oblatos-laicos, que prefiguraban ya a la Acción Católica, los colegios, los hospitales para pobres, y finalmente la fundación de la Universidad de Brera en 1572. Los volúmenes de las "Acta Ecclesiae Mediolanensis" y los documentos que se refieren a las visitas pastorales, atestiguan esta intensa y clarividente actividad de San Carlos, cuya vida se podría sintetizar en tres expresiones magníficas: fue un Pastor santo, un maestro iluminado, un prudente y sagaz legislador.
Cuando, algunas veces en mi vida, he tenido ocasión de celebrar el Santísimo Sacrificio en la cripta de la catedral de Milán, donde descansa el cuerpo de San Carlos, se me presentaba ante los ojos toda su actividad pastoral dedicada hasta el fin al pueblo al que había sido enviado. Concluyó esta vida el año 1584, a la edad de 46 años, después de haber prestado un heroico servicio pastoral a las víctimas de la peste que habla afligido a Milán.
3. He aquí algunas palabras pronunciadas por San Carlos, indicativas de esa total entrega a Cristo y a la Iglesia, que inflamó el corazón y toda la obra pastoral del Santo. Dirigiéndose a los obispos de la región lombarda, durante el IV Concilio Provincial de 1576, les exhortaba así: "Estas son las almas para cuya salvación Dios envió a su único Hijo Jesucristo... El nos indicó también a cada uno de los obispos, que hemos sido llamados a participar en la obra de la salvación, el motivo más sublime de nuestro ministerio y enseñó que, sobre todo, el amor debe ser el maestro de nuestro apostolado, el amor que El (Jesús) quiere expresar por medio de nosotros, a los fieles que nos han sido confiados, con la predicación frecuente, con la saludable administración de los sacramentos, con los ejemplos de una vida santa... con un celo incesante" (cf. Sancti Caroli Borromei Orationes XII, Romae 1963. Oratio IV).
Lo que inculcaba a los obispos y a los sacerdotes, lo que recomendaba a los fieles, él lo practicaba el primero de modo ejemplar.
4. En el bautismo recibí el nombre de San Carlos. Me ha sido otorgado vivir en los tiempos del Concilio Vaticano II, el cual, como antes el Concilio Tridentino, ha tratado de mostrar el sentido de la renovación de la Iglesia según las necesidades de nuestro tiempo. Pude participar en este Concilio desde el primer día hasta el último. Me fue dado también —como mi Patrono— pertenecer al Colegio Cardenalicio. Traté de imitarle, introduciendo en la vida de la archidiócesis de Cracovia las enseñanzas del Concilio Vaticano II.
Hoy, día de San Carlos, medito la gran importancia que tiene el bautismo, en el que recibí precisamente su nombre. Con el bautismo, según las palabras de San Pablo, somos sumergidos en la muerte de Cristo para recibir de este modo la participación en su resurrección. He aquí las palabras que escribe el Apóstol en la Carta a los Romanos: "Con Él hemos sido sepultados por el bautismo para participar en su muerte, para que como El resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva. Porque, si hemos sido injertados en El por la semejanza de su muerte, también lo seremos por la de su resurrección" (Rom 6, 4-5).
Mediante el bautismo, cada uno de nosotros recibe la participación sacramental en esa Vida que —merecida a través de la cruz— se ha revelado en la resurrección de nuestro Señor y Redentor. Al mismo tiempo, arraigándonos con todo nuestro ser humano en el misterio de Cristo, somos consagrados por primera vez en El al Padre. Se realiza en nosotros el primero y fundamental acto de consagración, mediante el cual, el Padre acepta al hombre como su hijo adoptivo: el hombre se entrega a Dios, para que en esta filiación adoptiva realice su voluntad y se convierta de manera cada vez más madura en parte de su Reino. El sacramento del bautismo comienza en nosotros ese "sacerdocio real", mediante el cual participamos en la misión de Cristo mismo, Sacerdote, Profeta y Rey.
El Santo, cuyo nombre recibimos en el bautismo, debe hacernos constantemente conscientes de esta filiación divina que se ha convertido en nuestra parte. Debe también ayudar a cada uno a formar toda la vida humana a medida de lo que ha sido hecho por obra de Cristo: por medio de su muerte y resurrección. He aquí el papel que San Carlos realiza en mi vida y en la vida de todos los que llevan su nombre.
5. El evento del 13 de mayo me ha permitido mirar la vida de modo nuevo: esta vida, cuyo comienzo está unido a la memoria de mis padres y simultáneamente al misterio del bautismo y al nombre de San Carlos Borromeo.
¿Acaso no ha hablado Cristo del grano de trigo que, al caer en la tierra, muere para dar mucho fruto? (cf. Jn 12, 24).
¿Acaso no ha dicho Cristo: "El que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la hallará"? (Mt 16, 25).
Y además: "No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, que al alma no pueden matarla; temed más bien a aquel que puede perder el alma y el cuerpo en la gehenna" (Mt 10, 28).
Y también: "Nadie tiene amor mayor que éste de dar uno la vida por sus amigos" (Jn 15, 13).
Todas estas palabras aluden a esa madurez interior, que la fe, la esperanza y la gracia de nuestro Señor Jesucristo hacen alcanzar en el espíritu humano.
Mirando mi vida en la perspectiva del bautismo, mirándola a través del ejemplo de San Carlos Borromeo, doy las gracias a todos los que hoy, en todo el período pasado, y continuamente, también ahora, me sostienen con la oración y a veces incluso con grandes sacrificios personales. Espero que, gracias a esta ayuda espiritual, podré alcanzar esa madurez que debe ser mi parte (así como también la de cada uno de nosotros) en Jesucristo crucificado y resucitado —para bien de la Iglesia y salvación de mi alma—, del mismo modo que ella fue la parte de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, y de tantos Sucesores de San Pedro en la Sede romana, a la cual, según las palabras de San Ignacio de Antioquía, corresponde "presidir en la caridad" (Carta a los Romanos, Inscr. Funk, Patres Apostolici, I, 252).

Basílica de San Pedro
Queridos hermanos y hermanas:
Aquí junto a la tumba de San Pedro, saludo lleno de alegría a todos los grupos y peregrinos de habla alemana. Un especial y cordialísimo saludo de bienvenida a la nutrida peregrinación de minusválidos del Servicio Auxiliar de Malta. Doy las gracias a los organizadores, acompañantes y ayudantes que han hecho posible este encuentro, y quiero también animar a cuantos padecen alguna dolencia o impedimento.
A vosotros, queridos hermanos y hermanas minusválidos, querría una vez más recomendaros para vuestra reflexión y vuestra oración lo que, hace ahora casi un año, os dije en Osnabrück cuando visité Alemania: «Como se nos ha demostrado siempre, la voluntad de Dios es para nosotros en última instancia un menaje de alegría, un mensaje para nuestra salvación eterna. Esto es también válido para vosotros que, como hombres físicamente impedidos, habéis sido llamados a un modo especial de seguimiento de Cristo, el seguimiento de la cruz. Cristo os invita... a aceptar vuestras debilidades como su yugo, como la senda que sigue sus huellas... Sólo vuestro pronto "sí" a la voluntad de Dios, que a menudo se escapa a nuestro modo natural de ver las cosas, puede haceros felices y regalaros ya desde ahora una íntima alegría que no puede ser anulada por ninguna necesidad externa». Os deseo fuerza y disponibilidad para este "sí" interior a vuestra personalísima vocación, y lo pido de todo corazón para vosotros como gracia especial de vuestra peregrinación a Roma.
La fiesta de hoy atrae ahora nuestra atención hacia el gran obispo y confesor de la fe, San Carlos Borromeo, cuyo nombre yo recibí en el bautismo. A cuantos se unen en la oración conmigo en la fiesta de hoy, quiero repetirles —como ya lo hice el pasado miércoles— las palabras de San Pablo en la Carta a los Efesios: "Rezad... por todos los santos, y también por mi, para que, al abrir mi boca, se me conceda la palabra para dar a conocer con franqueza el misterio del Evangelio..." (Ef 6, 18-20). Este servicio al Evangelio de Jesucristo lo realizó heroicamente San Carlos con todas sus fuerzas. Su celo pastoral y su infatigable entrega al Pueblo de Dios a él encomendado han sido siempre un ejemplo para mí.
La fiesta onomástica nos recuerda igualmente la gracia de nuestro bautismo, a través del cual hemos sido sepultados con Cristo para resucitar también con El de entre los muertos. Sólo si estamos dispuestos a caer en tierra, como el grano de trigo, y morir con Cristo, podemos realmente dar fruto. El mismo Cristo nos ha anunciado: "El que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la hallará" (Mt 16, 25). Pidamos unos para otros el coraje necesario para arriesgar como creyentes nuestra vida por Cristo y su Reino. Para ello, con mis mejores deseos de un día feliz y dichoso en la Ciudad Eterna, os imparto cordial-mente a todos vosotros mi bendición apostólica.

Saludos
Quiero empezar estas palabras en lengua española dirigiendo un saludo cordial a cada persona, familia o grupo de dicha lengua aquí presentes, en especial al grupo procedente de Rosas (Gerona). Pido para todos la fidelidad a las exigencias del propio bautismo.
Me invita a aludir a ese tema la fiesta de San Carlos, de quien recibí el nombre el día de mi bautismo. Con este sacramento nos convertimos en hijos de Dios, lo cual nos compromete a una vida coherente, de acuerdo con las enseñanzas de Cristo.
Agradezco a todos sus plegarias. Con ellas confío llegar también a través del sufrimiento que hube de experimentar tras el 13 de mayo último, a una mayor madurez interior —que debe ser real en todos— en Cristo crucificado y resucitado.
(A los peregrinos de lengua portuguesa)
Saludos cordiales a los peregrinos y oyentes de lengua portuguesa. Hoy, fiesta litúrgica de San Carlos cuyo nombre recibí en el bautismo, acabo de hacer algunas reflexiones sobre esta gran figura de la Iglesia encuadrándolas en las reflexiones presentadas durante el mes de octubre. Puesto que el suceso del 13 de mayo me ha permitido ver la vida de modo nuevo, esta vida cuyo comienzo está vinculado al recuerdo de mi país, al misterio del bautismo y al nombre de San Carlos. Dijo el Señor: "No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, que al alma no pueden matarla" (Mt 10, 28).
Os agradezco las oraciones, que me ayudan a llegar a la madurez que debe ser mi parte en Jesucristo crucificado y resucitado para bien de la Iglesia y salvación mía. A todos vosotros y a vuestros seres queridos doy la bendición apostólica.
(A los peregrinos holandeses provenientes de la diócesis de Roermond)
Muy de corazón saludo ahora al obispo de Roermond (Holanda), mons. Gijsen, y a los componentes de la segunda peregrinación de Roermond, en especial a los participantes en un curso de catequesis de adultos. Que esta visita con vuestro obispo a Roma y al Vicario de Cristo, sirva para vivificar vuestra fe y reforzar vuestra adhesión a la Iglesia de Roma. Mi bendición apostólica a todos vosotros y a los seres queridos que tenéis en Holanda.
(A los peregrinos polacos
La audiencia de hoy cae en el 4 de noviembre, día en que toda la Iglesia celebra a San Carlos Borromeo. San Carlos Borromeo es mi Patrón. He recibido la vida gracias a mis padres y recibí el nombre de San Carlos en el bautismo en la parroquia de Wadowice. Recuerdo todo esto con gratitud a Dios y a los hombres, y recuerdo al mismo tiempo cuanto ha constituido mi vida de hombre y de cristiano; y lo confronto con la trama de los designios de Dios que se iba expresando poco a poco en mi vida y sigue expresándose ahora. Sobre todo tengo en la mente lo ocurrido el 13 de mayo, que ha dado mucho que pensar a todos y, obviamente, a mí; el evento que me ha impulsado a mirar mi vida, de hombre y de cristiano aún más a la luz del Evangelio, por ejemplo a la luz de las palabras sobre el grano de trigo que debe morir para dar fruto, y también a la luz de las palabras "No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, que el alma no pueden matarla" (Mt 10, 28).
Estas son las reflexiones de hoy que comparto en su lengua con cada uno de los participantes en esta audiencia general, y las comparto también ahora con vosotros, queridos compatriotas. Os doy las gracias de vuestra presencia y oraciones. Me sigo encomendando a vuestras oraciones; a ellas encomiendo mi ministerio en la Sede de Pedro en Roma, mi servicio a toda la Iglesia. A estas oraciones en las que participo yo también ardientemente, encomiendo nuestra querida patria y todas sus cosas. Cuando volváis a vuestra familia, parroquia y comunidad, repetid lo que estoy diciendo; repetidlo en Polonia entera y entre los emigrados.
(En inglés)
Doy cordial bienvenida a todos los visitantes de lengua inglesa de Inglaterra y Gales, Irlanda, Suecia, Canadá y Estados Unidos. Mi reflexión de hoy versa sobre San Carlos Borromeo, cuyo nombre recibí en el bautismo. Fue obispo santo y santo maestro, y nos da ejemplo de entrega total a Cristo y a la Iglesia. Al contemplar mi vida desde la perspectiva de la consagración de mi bautismo y a través del ejemplo de mi santo Patrono, reitero mi agradecimiento a cuantos me han sostenido con sus oraciones y sacrificios durante los últimos meses. Estoy hondamente agradecido y espero alcanzar con vuestra ayuda la plena madurez en Cristo crucificado y resucitado.
De nuevo saludo otra vez a los miembros de la "Across Trust", con gratitud por su interés hacia los enfermos de Gales, a los que abrazo hoy con gran afecto. Recordad que Nuestro Señor Jesucristo está con vosotros en todos vuestros sufrimientos. El os ama profundamente y su Madre María está a vuestro lado.
(En francés)
Queridos hermanos y hermanas: Al acoger aquí muy de corazón a los peregrinos de lengua francesa, expreso mi gratitud a todos los que me han sostenido con su oración después del atentado. Les invito a seguir rezando por mí, especialmente hoy en esta fiesta de San Carlos Borromeo, cuyo nombre recibí en el bautismo. Este Santo Pastor, maestro iluminado y legislador sabio, que presidió los trabajos del Concilio de Trento en calidad de delegado y llevó a efecto la aplicación de los mismos en su gran diócesis de Milán, es ejemplo y estímulo para todos, especialmente para mí que tomé parte en el Concilio Vaticano II y procuré ponerlo por obra. Me sostenga él a través de las pruebas y entrega de mi vida como Pastor de esta Iglesia que preside en la caridad, y me obtenga llegar a la madurez plena en Cristo crucificado y resucitado.
Doy la bienvenida a los grupos varios de peregrinos, en especial a las religiosas, los jóvenes y las familias.
(A los miembros del Comité Europeo para la enseñanza católica)
Me complazco en saludar especialmente a los miembros del Comité europeo de la enseñanza católica, reunidos en Roma. Queridos amigos: Con todos los Pastores de la Iglesia y, sobre todo, con los que afrontan mayores dificultades, estoy convencido, y vosotros también, no sólo de que la escuela católica presta una aportación particular en el sostenimiento de la fe de los cristianos y en la iluminación de otros en este camino al proporcionar enseñanza profunda y adecuada en los campos varios, sino que llama a testimoniar el mensaje evangélico en las nuevas condiciones de la enseñanza y frente a los cambios del mundo; y por tanto ocupa un lugar privilegiado entre las otras escuras.
Por consiguiente, es necesario que los responsables europeos de la enseñanza católica mantengan unidad de reflexión y acción con dos metas sobre todo; por una parte, defender la libertad de enseñanza, que es uno de los derechos humanos de la persona y la familia; y por otra parte —ya que esta enseñanza tiene sus exigencias—, delinear un proyecto educativo inspirado en valores cristianos que prepare a los jóvenes a las responsabilidades de la vida y formar, al mismo tiempo, profesores que lleven a efecto en equipo este estilo educativo en los diferentes centros primarios y secundarios. Los padres, la sociedad y la Iglesia piden esta cualificación. En esta dirección van los deseos y estímulo del Papa que os bendice de todo corazón.
(En italiano)
Está presente en esta audiencia la numerosa peregrinación organizada por la congregación de Hijas del Sagrado Corazón; con ocasión del 150 aniversario de fundación. Así que saludo de corazón a las religiosas aquí presentes, con la superiora general y el consejo, y también a las profesoras y alumnas de sus centros y a los padres de éstas, juntamente con los representantes de grupos parroquiales vinculados a ellas. Me alegro de vuestra presencia y, a la vez que os encomiendo al Señor, os exhorto a una vida de testimonio cristiano cada vez más luminoso.
Un saludo particular va también a los religiosos del "consejo plenario" de la Orden de frailes menores, acompañados del ministro general; espero del Señor que su benemérito compromiso eclesial, siguiendo las huellas de San Francisco, sea todavía más fecundo.


miércoles, 8 de junio de 2016

Un pensamiento del genio de Chesterton.


Impresionado, Chesterton, por una frase del Evangelio, hace que el protaganista de El poeta y los lunáticos (Grabriel Gale) diga: "¿No se ha fijado nunca de hasta que punto es verdad la frase (aplicada por san Marcos al endemoniado curado por Jesús), vestido y en su sano juicio (Mc 5, 15)?

El hombre no está en su sano juicio cuando no viste los símbolos de su dignidad social. La humanidad ni siquiera es humana cuando está desnuda".

viernes, 12 de febrero de 2016

Beata Maria Antonia de la Paz y Figueroa. Mama Antula.

     




La Venerable Madre María Antonia nos ofrece ella misma la descripción de esta preciosa figura de Nuestro Señor Jesucristo que constituye el centro de atracción:
El que yo tengo que es de piedra, no lo dejan, pues, para enfermedades, para partos, en todo anda él y yo lo ando mezquinando  porque está algo gastado. Con que luego que llegue el otro, lo pondré en el altar para que todos lo adoren; pues esta devoción no sólo es grande, sino que cada día toma más incremento. La acción del Niño es estar acostado sobre la cruz y algo inclinado sobre derecho. La mano izquierda tiene cogidos los tres clavos por sus puntas y con ellos descansa sobre el cuadrel y parte del vientre la mano derecha, estando el brazo unido al cuerpo viene a parar en la mejilla y le sirve como de reclinatorio.  La pierna izquierda recuesta sobre la derecha y está con su garganta sobre la pantorrilla de la misma derecha: los pies descansan sobre una calavera que pisa el izquierdo y toca el derecho con su empeine. Se previene que el Niño está enteramente desnudo y sin toalla o cosa que le parezca. Esta postura o figura de mi Niño Dios ha sido la que me ha robado la atención.

lunes, 18 de enero de 2016

NIÑO JESÚS DE PRAGA






Encontrábase un día el Padre Cirilo en oración, delante de la estatua, cuando oyó claramente estas palabras: "Tened piedad de mí y yo me apiadaré de vosotros. Devolvedme mis manos y yo os devolveré la paz. Cuanto más me honrareis, tanto más os bendeciré".

En efecto, le faltaban las manos, cosa que, al encontrarla no había advertido el Padre Cirilo, enajenado como estaba por el gozo.


http://www.pragjesu.cz/es/historia-y-veneracion/

lunes, 7 de diciembre de 2015

¡Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos!




"Santa Madre de Dios, sé causa de paz para Siena y de vida para Duccio, que así te pintó". 
El artista no podía ser inmortal. 
Tal vez su obra sí.

martes, 1 de diciembre de 2015

Misericordia y Justicia.




«Quia iustitia sine misericordia crudelitas est, misericordia sine iustitia mater est dissolutionis.»

La justicia sin misericordia es crueldad, la misericordia sin justicia es madre de toda disolución.
                                                                                                              

                                                                                                  Santo Tomás de Aquino.

domingo, 8 de noviembre de 2015

En busca de la oveja perdida.



Me alejaba, me alejaba cada vez más, mi Señor y mi vida, y mi vida comenzaba a ser una muerte, o mejor aún, era ya una muerte a vuestros ojos. Y todavía en este estado de muerte Vos me conservabais... Había desaparecido del todo la fe, pero el respeto y la estima permanecían intactos. Vos me hacíais otras gracias, Dios mío, me conservabais el gusto por el estudio, las lecturas serias, las cosas bellas, el asco por el vicio y la abyección. Yo hacía el mal, pero no lo aprobaba ni me gustaba... Vos me distes esta vaga inquietud de una conciencia que, a pesar de estar adormecida, no estaba del todo muerta.

Jamás he sentido esta misma tristeza, este malestar, esta inquietud de entonces. Dios mío, era, sin duda, un don vuestro; ¡qué lejos estaba de sospecharlo! ¡Cuán bueno sois! Y al mismo tiempo que, por una invitación de vuestro amor, privabais a mi alma de ahogarse irremediablemente, guardabais mi cuerpo: porque si entonces hubiera muerto hubiera ido al infierno... ¡Cómo por milagro me habéis hecho salir de estos peligros en viajes, tan grandes y múltiples! ¡Esta inalterable salud en los lugares más malsanos, a pesar de mis grandes fatigas! ¡Oh, Dios mío, cómo teníais vuestra mano sobre mí, y qué poco la sentía yo! ¡Cómo me habéis guardado! ¡Cómo me cobijabais bajo vuestras alas siendo así que yo ni tan solo creía en vuestra existencia! Y mientras así me guardabais, pasaba el tiempo, y juzgasteis que se acercaba el momento oportuno de hacerme entrar en el redil.

A pesar de todo, habéis desatado todas mis malas ligaduras que me hubieran mantenido alejado de Vos; incluso habéis desatado los lazos buenos que me hubieran privado de ser un día vuestro del todo...Vuestra mano sola ha hecho esto al principio, en medio y al fin. ¡Cuán bueno sois! Era necesario para preparar mi alma a la verdad; el demonio es demasiado dueño de un alma que no es casta para dejar entrar en ella la verdad; Vos no podíais entrar, Dios mío, en un alma en la que el demonio de las pasiones inmundas reinaba como señor. Vos querías entrar en la mía, o buen Pastor, y Vos mismo habéis echado fuera a vuestro enemigo.




                                                                                         Beato Carlos de Foucauld (1858-1916)
                                                                                            Retiro en Nazaret, noviembre 1897

viernes, 23 de octubre de 2015

Oración de abandono.




Padre, Me pongo en tus manos. 

Haz de mí lo que quieras. 

Sea lo que fuere, te doy las gracias. 

Estoy dispuesto a todo.

Lo acepto todo, con tal de que Tu voluntad se cumpla en mí y en todas tus criaturas. 


No deseo nada más, Padre.

Te encomiendo mi alma, Te la entrego con todo el amor de que soy capaz, 


Porque te amo y necesito darme a Ti, Ponerme en tus manos sin medida, Con infinita confianza, 

Porque tu eres mi Padre.  


                                                        Beato Charles de Foucauld

jueves, 22 de octubre de 2015

Santa Teresa de Jesús.





Autor anónimo. S. XVI. Óleo. Papel S/ tabla. 36 x 24. Real Academia de la Lengua. Madrid.

- En el reverso de este cuadro se lee la siguiente inscripción:

"Santa Teresa. Reproduccion del retrato autentico"

"Este retrato original de la Serafica y Mistica Dra. Sta. Teresa de Jesus era del Mtro. y Rdo. Don Frai Martin de Leon y Cardenas, Mraq. de Palencia y Birrei de Sicilia, qui en lodio asu sobrino D. Juan de Ahumada y Cardenas siendo capitan de su guardia . Año de 1643, y su nieto don Juan de Ventura de Ahumada lepuso marco y vidrio porque sus hijos letenian con la devida bendicion. Año de 1740."

martes, 13 de octubre de 2015

Mukasa Kiriwawanvu. Grex immolatorum tener, tierna grey de los inmolados

Mártires ugandeses de la pureza 1886

                                 Carlos Lwanga (en el centro) y sus 21 compañeros en una pintura de Albert Wider (1962).



San Carlos Lwanga o Luanga, también conocido como Carl Lwanga, Charles Lwanga o Karoli Lwanga (1860 ó 18651 2 - 3 de junio de 1886) fue un catequista católico de Uganda mártir por su fe y venerado como santo en la Iglesia católica. Había nacido en el reino de Buganda, en la parte sur de la moderna Uganda, y sirvió como paje en la corte del rey Mwanga II.El rey Mwanga comenzó una severa campaña para que los cristianos, recién convertidos por los Padres Blancos, abandonaran su fe, y ejecutó a muchos anglicanos y católicos entre 1885 y 1887. Muchos de ellos eran funcionarios de la corte del rey o muy cercanos a él, como es el caso de Lwanga.Después de una masacre de anglicanos perpretada en 1885, Joseph Mukasa, sacerdote católico residente en la corte, reprochó al rey su acción. Mwanga decapitó a Mukasa y se detuvo a todos sus seguidores. Lwanga asumió las funciones de Mukasa, bautizando en secreto a los catecúmenos el 26 de mayo de 1886.Por esa acción, Carlos Lwanga y otros 11 católicos fueron quemados vivos el 3 de junio. Otro católico, Mbaga Tuzinde, fue golpeado hasta la muerte por negarse a renunciar al cristianismo, y su cuerpo fue arrojado al horno para ser quemado junto con Lwanga y sus 11 compañeros. Al parecer, una de las razones que exasperaron al rey contra los cristianos fue su negativa a participar en actos sexuales con el, habituales en la corte.Carlos Lwanga y sus 21 compañeros fueron canonizados en 1964 por el papa Pablo VI.


Nota impresionante constituye la presencia en el grupo de Mukasa Kiriwawanvu. Formaba parte del grupo de los pajes de la corte, pero aún no estaba bautizado. Cuando sus compañeros salían hacia el lugar del suplicio, uno de los verdugos le preguntó si era cristiano. El contestó que sí y se unió a los condenados. Y así, sin haber recibido el bautismo de agua, sino únicamente el de sangre, ascendió a los altares.


Mukasa Kiriwawanvu, el único de los veintidós mártires canonizados que murió sin el bautismo de agua. Recientemente convertido en un catecúmeno regular y había estado ausente en la cárcel cuando Carlos Lwanga bautizó al otros catecúmenos. Un testigo sugiere que una dificultad práctica le impidió ser bautizado durante el viaje a Namugongo, o durante el encarcelamiento de la semana; a saber, que aunque era la suerte de haber tenido un compañero católico en su prisión, este último habría sido incapaz de dar el sacramento con las manos cerradas en el cepo. Ciertamente, no hay registro de este catecúmeno haber recibido el sacramento. Mukasa fue trasladado en acciones con los demás cristianos y quemado vivo en el horno Namugongo el 03 de junio 1886.