Encontrábase un día el Padre Cirilo en oración, delante de la estatua, cuando oyó claramente estas palabras: "Tened piedad de mí y yo me apiadaré de vosotros. Devolvedme mis manos y yo os devolveré la paz. Cuanto más me honrareis, tanto más os bendeciré".
En efecto, le faltaban las manos, cosa que, al encontrarla no había advertido el Padre Cirilo, enajenado como estaba por el gozo.
http://www.pragjesu.cz/es/historia-y-veneracion/
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