La Venerable Madre María Antonia nos ofrece ella misma la descripción de esta preciosa figura de Nuestro Señor Jesucristo que constituye el centro de atracción:
El que yo tengo que es de piedra, no lo dejan, pues, para enfermedades, para partos, en todo anda él y yo lo ando mezquinando porque está algo gastado. Con que luego que llegue el otro, lo pondré en el altar para que todos lo adoren; pues esta devoción no sólo es grande, sino que cada día toma más incremento. La acción del Niño es estar acostado sobre la cruz y algo inclinado sobre derecho. La mano izquierda tiene cogidos los tres clavos por sus puntas y con ellos descansa sobre el cuadrel y parte del vientre la mano derecha, estando el brazo unido al cuerpo viene a parar en la mejilla y le sirve como de reclinatorio. La pierna izquierda recuesta sobre la derecha y está con su garganta sobre la pantorrilla de la misma derecha: los pies descansan sobre una calavera que pisa el izquierdo y toca el derecho con su empeine. Se previene que el Niño está enteramente desnudo y sin toalla o cosa que le parezca. Esta postura o figura de mi Niño Dios ha sido la que me ha robado la atención.