El último mensaje de Robert Baden-Powell.
Queridos scouts: Si han visto alguna vez la obra Peter Pan, recordarán cómo el jefe de los piratas siempre estaba pronunciando su discurso de despedida, por temor de que, cuando le llegara su hora, no tuviera ya tiempo de compartirlo. Algo así me sucede a mí, y, aun cuando no me estoy muriendo en este momento, lo haré uno de estos días y quiero mandarles un mensaje de despedida. Recuerden, esto es lo último que oirán de mí; por tanto, medítenlo. He tenido una vida muy dichosa, y quiero que cada uno de ustedes la tenga también. Creo que Dios nos puso en este mundo maravilloso para que fuéramos felices y disfrutáramos de la vida. La felicidad no procede de ser rico, ni siquiera del éxito en la propia carrera, ni de concederse uno todos los gustos. Un paso hacia la felicidad es hacerse sano y fuerte cuando niño, para poder ser útil y así gozar de la vida cuando se es un hombre. El estudio de la naturaleza les mostrará cómo Dios ha llenado el mundo de belleza y de cosas maravillosas para que las disfruten. Contentos con lo que les haya tocado y para que saquen el mejor partido de ello. Miren el lado alegre de las cosas, en vez del lado triste. Pero el camino verdadero para conseguir la felicidad pasa por hacer felices a los demás. Intenten dejar este mundo un poco mejor de como lo encontraron, y cuando les llegue la hora de morir, podrán morir felices, sintiendo que de ningún modo habrán perdido su tiempo, sino que habrán hecho todo lo posible. Así, estén siempre listos para vivir felices y morir felices: aferrados siempre a su promesa scout, aun cuando hayan dejado de ser muchachos, y que Dios les ayude a hacerlo así.
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