lunes, 19 de junio de 2017
He aquí, estoy a la puerta y llamo.
San Pablo nos dice que "el amor es paciente". Usualmente interpretamos eso como la comprensión de nuestros amigos y familiares, para abstenerse con sus deficiencias particulares. Pero creo que parte de la paciencia del amor está esperando. Lo vemos en la paciente búsqueda de Cristo hacia nosotros:
He aquí, estoy a la puerta y llamo; Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él, y él conmigo.
Iconos y pinturas de esta escena siempre tienden a imaginar una puerta sin mango. La puerta que Jesús llama, la puerta del corazón humano, sólo se abre desde dentro. Él nunca nos obliga. Él invita, El golpea, El llama.
Y él espera.
El pasaje de San. Juan Crisostomo, hoy resonó con esta paciente llamada de amor:
Así que también nos ocupemos de los pecadores: con condescendencia, con amor. Porque el amor es un gran maestro, capaz de apartar al hombre del error, de reformar el carácter y de conducirlo por la mano a la abnegación, y de piedras para hacer hombres.
El Amor divino que de piedras, porque estan endurecidos por el pecado, hace hombres.
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