Caducidad de lo temporal.
Diriges la mirada a los tiempos pasados, y te parecen más venturosos que los presentes, los cuales eran como aceitunas pendientes del árbol, agitadas por el viento, que gozaban, por un inconstante y peculiar deseo, de cierta libertad de la brisa. Pero llegó el tiempo de ser echada la aceituna al lagar. No siempre había de estar pendiente del árbol; ya terminó el tiempo. No sin motivo se intitulan algunos salmos Para los lagares15. En el árbol se hallaba en libertad; en la almazara, prensada. Cuando los intereses humanos se destruyen y hunden, atiendes a que crece la avaricia, atiende también a que crece la templanza. ¿Por qué eres tan ciego que ves únicamente correr por el albañal el alpechín y no ves el aceite en las tinajas o zafras? Los que obran mal son públicamente conocidos; por el contrario, los que se convierten a Dios y se purifican de las inmundicias de los malos deseos, están ocultos; como también en la misma o de la misma almazara corre a la vista el alpechín y ocultamente se licúa el aceite.
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