jueves, 25 de mayo de 2017
Avisos espirituales de Santa Teresa de Jesús.
La tierra que no es labrada, llevará abrojos y espinas aunque sea fértil, así el entendimiento del hombre.
1. De todas las cosas espirituales decir bien, como de religiosos, sacerdotes y ermitaños.
2. Entre muchos siempre hablar poco.
3. Ser modesto en todas las cosas que hiciere y tratare.
4. Nunca porfiar mucho, especial en cosas que va poco.
5. Hablar a todos con alegría moderada.
6. De ninguna cosa hacer burla.
7. Nunca reprender a nadie sin discreción y humildad y confusión propia de sí mismo.
8. Acomodarse a la complexión de aquel con quien trata, en el alegre alegre, y con el triste triste, en fin hacerse todo a todos para ganarlos a todos.
9. Nunca hablar sin pensarlo bien y encomendarlo mucho a nuestro Señor, para que no hable cosa que le desagrade.
10. Jamás excusarse sino en muy probable causa.
11. Nunca decir cosa suya digna de loor, como de su ciencia, virtudes, linaje, si no tiene esperanza que habrá provecho y entonces sea con humildad, y con consideración que aquellos son dones de la mano de Dios.
12. Nunca encarecer mucho las cosas, sino con moderación decir lo que siente.
13. En todas las pláticas y conversaciones siempre mezcle algunas cosas espirituales, y con esto se evitarán palabras ociosas y murmuraciones.
14. Nunca afirme cosa sin saberla primero.
15. Nunca se entremeta a dar su parecer en todas las cosas, si no se lo piden, o la caridad lo demanda.
16. Cuando alguno hablare cosas espirituales, óigalas con humildad y como discípulo, y tome para sí lo bueno que dijere.
17. A tu superior y confesor, descubre todas tus tentaciones e imperfecciones y repugnancias para que te dé consejo y remedio para vencerlas.
18. No estar fuera de la celda, ni salir sin causa, y a la salida pedir favor a Dios para no ofenderle.
19. No comer ni beber sino a las horas acostumbradas, y entonces dar muchas gracias a Dios.
20. Hacer todas las cosas como si realmente estuviese viendo a su Majestad, y por esta vía gana mucho un alma.
21. Jamás de nadie oigas ni digas mal, sino de ti mismo, y cuando holgares de esto, vas bien aprovechando.
22. Cada obra que hicieres dirígela a Dios ofreciéndosela, y pídele que sea para su honra y gloria.
23. Cuando estuvieres alegre no sea con risas demasiadas, sino con alegría humilde, modesta, afable y edificativa.
24. Siempre te imagina siervo de todos y en todos considera a Cristo nuestro Señor, y así le tendrás respeto y reverencia.
25. Está siempre aparejado al cumplimiento de la obediencia como si te lo mandase Jesucristo en tu prior o prelado.
26. En cualquier obra y hora examina tu conciencia y vistas tus faltas, procura la enmienda con divino favor, y por este camino alcanzarás la perfección.
27. No pienses faltas ajenas sino las virtudes, y tus propias faltas.
28. Andar siempre con grandes deseos de padecer por Cristo en cada cosa y ocasión.
29. Haga cada día cincuenta ofrecimientos a Dios de sí, y esto haga con grande fervor y deseos de Dios.
30. Lo que medita por la mañana traiga presente todo el día y en esto ponga mucha diligencia, porque hay grande provecho.
31. Guarde mucho los sentimientos que el Señor le comunicare, y ponga por obra los deseos que allí en la oración le dieren.
32. Huya siempre la singularidad cuanto le fuere posible, que es mal grande para la comunidad.
33. Las ordenanzas y regla de su religión lea muchas veces y guárdelas de veras.
34. En todas las cosas criadas mire la providencia de Dios y sabiduría, y en todas le alabe.
35. Despegue el corazón de todas las cosas y busque y hallará a Dios.
36. Nunca muestre devoción de fuera que no haya dentro, pero bien podrá encubrir la devoción.
37. La devoción interior no la muestre sino con grande necesidad; mi secreto para mí dice S. Francisco, y S. Bernardo.
38. De la comida si está bien o mal guisada no se aqueje, acordándose de la hiel y vinagre de Jesucristo.
39. En la mesa no hable a nadie ni levante los ojos a mirar a otro.
40. Considerar la mesa del cielo, y el manjar de ella que es Dios y los convidados, que son los ángeles: alce los ojos a aquella mesa deseando verse en ella.
41. Delante de su superior (en el cual debe mirar a Jesucristo), nunca hable sino lo necesario, y con gran reverencia.
42. Jamás hagas cosa que no puedas hacer delante de todos.
43. No hagas comparación de uno a otro porque es cosa odiosa.
44. Cuando algo te reprendieren: recíbelo con humildad interior y exterior, y ruega a Dios por quien te reprendió.
45. Cuando un superior manda una cosa, no digas que lo contrario manda otro, sino piensa que todos tienen santos fines, y obecede a lo que te manda.
46. En cosas que no le va ni le viene, no sea curioso en hablarlas ni preguntarlas.
47. Tenga presente la vida pasada, para llorarla, y la tibieza presente, y lo que le falta por andar de aquí al cielo para vivir con temor, que es causa de grandes bienes.
48. Lo que le dicen los de casa haga siempre si no es contra la obediencia, y respóndales con humildad y blandura.
49. Cosa particular de comida o vestido no lo pida sino con grande necesidad.
50. Jamás deje de humillarse y mortificarse hasta la muerte en todas las cosas.
51. Use siempre a hacer muchos actos de amor, porque encienden y enternecen el alma.
52. Haga actos de todas las demás virtudes.
53. Ofrezca todas las cosas al Padre eterno, juntamente con los méritos de su Hijo Jesucristo.
54. Con todos sea manso y consigo riguroso.
55. En las fiestas de los santos piense sus virtudes y pida al Señor se las dé.
56. Con el examen de cada noche tenga gran cuidado.
57. El día que comulgare, la oración sea de ver que siendo tan miserable ha recibido a Dios, y la oración de la noche, de que le ha recibido.
58. Nunca siendo superior reprenda a nadie con ira sino cuando sea pasada, y así aprovechará la reprensión.
59. Procura mucho la perfección y devoción y con ellas hacer todas las cosas.
60. Ejercitarse mucho en el temor del Señor, que trae el alma compungida y humillada.
61. Mirar bien cuán presto se mudan las personas y cuán poco hay que fiar de ellas, y así asirse a Dios que no se muda.
62. Las cosas de su alma procure tratar con su confesor espiritual y docto, a quien las comunique y siga en todo.
63. Cada vez que comulgare, pida a Dios algún don por la gran misericordia con que ha venido a su pobre alma.
64. Aunque tenga muchos santos por abogados, séalo particular de san José, que alcanza mucho de Dios.
65. En tiempo de tristeza y turbación no dejes las buenas obras que solías hacer, de oración y penitencia, porque el demonio procura inquietarte porque las dejes: antes tengas más que solías, y verás cuán presto el Señor te favorece.
66. Tus tentaciones e imperfecciones no comuniques con los más desaprovechados de casa, que te harás daño a ti y a los otros, sino con los más perfectos.
67. Acuérdate de que no tienes más de un alma, no has de morir más de una vez, ni tienes más de una vida breve y una que es particular, ni hay más de una gloria, y esta eterna, y darás de mano a muchas cosas.
68. Tu deseo sea de ver a Dios. Tu temor si le has de perder. Tu dolor que no lo gozas. Y tu gozo de que te puede llevar allá, y vivirás con gran paz.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.