sábado, 22 de febrero de 2020

Trasladado del cuerpo de Carlo Acutis a el Santuario de la Expoliación





Biografía de Carlo Acutis - Siervo de Dios
Carlo Acutis fallece a tan sólo 15 años de edad a causa de una leucemia fulminante, dejando en
la memoria de todos los que le han conocido un gran vacío y una profunda admiración por el que
ha sido su breve y a la vez intenso testimonio de vida auténticamente cristiano. Desde que recibió
la Primera Comunión a los 7 años de edad nunca ha faltado a la cita cotidiana con la Santa Misa.
Siempre, antes o después de la celebración eucarística, se quedaba delante del Sagrario para adorar
al Señor realmente presente en el Santísimo Sacramento. La Virgen era su gran confidente y nunca
dejaba de honrarla rezando cada día el Santo Rosario. La modernidad y la actualidad de Carlo
conjugan perfectamente con su profunda vida eucarística y devoción mariana, que han contribuido
a que llegase a ser un chico muy especial al que todos admiraban y amaban.

Citando las palabras de Carlo: “Nuestra meta debe ser el infinito, no lo finito. El Infinito es
nuestra Patria. Desde siempre el Cielo nos espera”. Suya es la frase: “Todos nacen como
originales pero muchos mueren como fotocopias”. Para dirigirse hacia esta Meta y no “morir
como fotocopias” Carlo decía que nuestra Brújula tiene que ser la Palabra de Dios, con la que
tenemos que confrontarnos constantemente. Pero para una Meta tan alta hacen falta Medios muy
especiales: los Sacramentos y la oración. En especial, Carlo situaba en el centro de su vida el
Sacramento de la Eucaristía que llamaba “mi autopista hacia el Cielo”.

Carlo estaba muy dotado para todo lo que está relacionado con el mundo de la informática, hasta tal
punto que tanto sus amigos como los adultos licenciados en ingeniería informática lo consideraban
un genio. Todos se quedaban maravillados por su capacidad de entender los secretos que oculta
la informática y a los que sólo tienen acceso quienes han realizado estudios universitarios. Los
intereses de Carlo abarcaban desde la programación de ordenadores, pasando por el montaje
de películas, la creación de sitios web, hasta los boletines, de los que se ocupaba también de la
redacción y la maquetación, y el voluntariado con los más necesitados, con los niños y con los
ancianos.

Resumiendo, era un misterio este joven fiel de la Diócesis de Milán, que antes de morir ha sido
capaz de ofrecer su sufrimiento por el Papa y por la Iglesia.
“Estar siempre unido a Jesús, ese es mi proyecto de vida”. Con estas pocas palabras Carlo Acutis,
el chico que murió de leucemia, traza el rasgo distintivo de su breve existencia: vivir con Jesús, para
Jesús, en Jesús. (…) “Estoy contento de morir porque he vivido mi vida sin malgastar ni un solo
minuto de ella en cosas que no le gustan a Dios”. Carlo también nos pide a nosotros lo mismo: nos
pide que contemos el Evangelio con nuestra vida para que cada uno de nosotros pueda ser un faro
que ilumine el camino de los demás.



Venerabile Carlo Acutis

https://youtu.be/vK404haEzn



El sacerdote Marcelo Tenorio, vice-postulador de la causa de canonización del venerable Carlo Acutis, comunicó ayer, 23 de enero, que el cuerpo del joven italiano apasionado por la eucaristía y fallecido de leucemia a los 15 años de edad, el 12 de octubre de 2006, ha sido encontrado incorrupto.

El testimonio de vida de Carlo Acutis, adolescente que muere a los 15 años a causa de una Leucemia fulminante en 2006 está acercando a muchas personas a la fe. Empezó con su propia madre, Antonia Salzano, que lo considera hoy un “pequeño salvador” que le enseñó el amor hacia la Eucaristía.

jueves, 6 de febrero de 2020

Beata Apolonia del Santísimo Sacramento. Mártir del comunismo.


Beata Apolonia del Santísimo Sacramento. Mártir del comunismo.



CRÍMENES DEL COMUNISMO
Aserrada y dada de comer a los cerdos por negarse a apostatar

Juan E. Pflüger / 17 OCTUBRE, 2017



Apolonia Lizárraga era la madre superiora de de las Hermanas Carmelitas de la Caridad desde el año 1925. Cuando estalló la Guerra Civil tenía 69 años y se encontraba en la Casa General de Vic. Allí se preocupó durante los primeros días de la guerra por encontrar acomodo seguro para las novicias y los enfermos que estaban a cargo de la congregación de religiosas.





Tras haber intentado garantizar la seguridad de todas las personas a su cargo, ella misma se buscó acomodo en la casa de una familia que colaboraba con su orden. Allí permaneció hasta que fue apresada durante un registro realizado por milicianos del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista).


Inmediatamente fue trasladada a la checa barcelonesa de San Elías -bajo control de la CNT-FAI-, que ocupaba el edificio que hasta el comienzo de la guerra había sido un convento de religiosas Clarisas. Allí permaneció varios días presa, sometida a privaciones, insultos y golpes. Finalmente, el ocho de septiembre, uno de los responsables de la cárcel, apodado “el jorobado”, en compañía de otros tres milicianos, la trasladaron al patio central.



Una vez allí fue desnudada integramente y se le propuso apostatar para salvar su vida. La religiosa se negó, y los milicianos la colgaron de un gancho que habían instalado en una de las paredes. Ese gancho se usó en numerosas ocasiones para dar muerte de manera salvaje a los presos allí detenidos.


Esta muerte consistía en que eran aserrados vivos, hasta que morían desangrados entre terribles dolores. Y sus cuerpos eran posteriormente descuartizados y dados de comer a una piara de 42 cerdos que habían llevado a la checa tras una requisa realizada en los alrededores de la ciudad.



Poco después, los milicianos realizaron la matanza de varios de estos animales y vendían el producto anunciándolo como “chorizo de monja”. En clara referencia al martirio cometido con la superiora de las Carmelitas de la Caridad.


Varios testimonios de supervivientes de la checa de San Elías coinciden en señalar cómo fue la muerte de Apolonia Lizárraga:


“Actualmente se han encontrado testigos que nos refieren que estando ellos presos en la cárcel de San Elías en el año 1936, era de dominio público que el jefe de la checa, un tal «Jorobado», cebaba en total unos trescientos cerdos con carne humana. Que muchos presos eran echados a dichas piaras y que la General de las Carmelitas de la Caridad, Madre Apolonia Lizárraga, fue una de dichas víctimas que aserraron, descuartizaron (en cuatro partes) y luego en trozos más pequeños fue devorada por dichos animales que en la citada checa engordaban en número de 42”. Así lo cuenta Antonio Montero en su libro Historia de la persecución religiosa en España.


Otros testimonios coiciden en explicar la misma versión:



“Fue cogida prisionera, llevada por los milicianos a una checa, la desnudaron y la llevaron a un patio. La ataron muñecas y tobillos y fue colgada de un gancho a la pared del patio. Con un serrucho la cortaron. Ella rezaba y rogaba por sus asesinos. Estos luego dieron su cuerpo a comer a unos cerdos que tenían allí, que al poco tiempo los mataron y los comían y vendían diciendo que eran chorizos de monja“.


La Madre Apolonia Lizárraga fue beatificada el 28 de octubre de 2007 y recibió el nombre de Apolonia del Santísimo Sacramento.